Recordando que todo cambia




De vez en cuando me gusta reencontrarme con la enana que un día fui, aquella que del mundo hacía una ilusión que hoy en día se hace difusa en la mente, y aquella que tenía una percepción de las cosas tremendamente diferente a la de ahora. Desde la perspectiva de "los mayores" todo adquiere un tono amarillento y amargo en la que todos los elementos se mueven por intereses, agonías y todo tipo de locuras... Bueno, el caso es que me aburría y me puse la película de dibujos animados con la que Wall Disney terminó de lucirse por completo; Alicia en el país de las maravillas. Ahora nada era igual que en mis años de renacuaja inquieta, cierto sentimiento de nostalgia y tristeza invadieron mis sentidos con los que lentamente me fui adentrando de nuevo en la inexplicable historia de esta curiosa muchacha. Los personajes eran totalmente desconocidos para mí y donde antes veía seres gorditos y graciosos, llenos de colores, ahora veía metaforas deformadas andando de un extremo al otro del largometraje. Y esque la película se las trae, Wall Disney se la agenció para conseguir que todos y cada uno de los personajes fueran un reflejo de nuestro yo más interno, cada uno de ellos en un aspecto diferente de nuestras vidas. Durante la hora y media aproximada que dura la película estuve sintiendo la identificación absoluta, e aquí su genio. Empecé a sentirme igual que Alicia cuando toma su primer trocito de esa especie de lacasitos de colores para ser más grande. Me sentí mayor, y triste, pues ya no poseo esa capacidad fantasiosa que me elevaba al cielo, ahora mis fantasías chocan contra el techo. Qué se le va a hacer, no me iba a poner a llorar y formar un mar de lágrimas del que cuidar de no ahogarme. Al fin y al cabo esta vida esta llena de personajes de carne y hueso que no se limitan a encerrase en la pantalla del televisor. Caminando por la vida, y en diferentes ocasiones, he encontrado al señor morsa...en este caso, en vez de bajo el mar, suele situarse siempre arriba y es quien lo dirige todo desde su mesa plagada de ostritas que nunca contestarán. Yo soy más parecida a su carpintero fiel... ese que cantaba aquello de "así lo maaanda el rey" y obedecia sin pensar a los deseos de su amo sin que este le dejara una sola ostra para comer. El carpintero le construia una casa y le preparaba la comida que él nunca degustaría. Y esque hay que aprender a celebrar todos los días nuestro feliz día de "no cumpleaños" cómo lo hacía el sombrerero loco y su amigo el conejito...también algo loco, pero ambos felices en su mundo. Fue después de ver esta pelicula cuando, sintiendome indentificada con el señor conejo, pendiente a todas horas del reloj y corriendo a todos sitios diciendo eso de" me voy me voy me voy me voy, ya son más de las diez, me voy me voy me voy", no dejé de repetirme una y otra vez "¡Feliz feliz no cumpleaños aaa tiiii!".

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